incluyendo éxitos como Got to Be There, Rockin’ Robin y versiones de Ain’t No Sunshine de Bill Withers.

El sello Motown hizo honores a la ciudad en la que surgió, Detroit, y a su poderosa industria del automóvil, un triunvirato formado por General Motors, Ford y Chrysler. Trasladó sus hábitos productivos adaptándolos a la música y creó grupos, estrellas y canciones como si fueran los modelos del año, en distintos tonos.

El criterio industrial alentó la creatividad, forjó un sonido inconfundible con un tipo de producción revolucionaria y así salieron artistas como Stevie Wonder, Marvin Gaye, Diana Ross, The Temptations, The Four Tops y, por supuesto, The Jackson 5.

El fundador de la discográfica, Barry Gordy, había intentado ser boxeador, participó en la guerra de Corea, tuvo una tienda de discos de jazz y, cuando quebró, se buscó un trabajo en la línea de montaje de Ford. Era 1956 y en menos de una década se hizo inmensamente rico. Aún le quedaban los mejores años, representados por The Jackson 5, a los que no quería firmar porque no le interesaba tener más grupos de niños y adolescentes. Pero lo hizo y en la compañía se inventaron que los había descubierto Diana Ross para venderlos mejor.

En 1971, después de éxitos como ‘ABC’, el grupo había entrado en una peligrosa zona gris, y Gordy rescató a lo más valioso que, en su opinión, había en él, la voz de Michael Jackson y su facilidad para el baile. El fundador de la Motown produjo su debut en solitario, ‘Got to be there’, una amalgama de canciones y versiones publicada el 24 de enero de 1972 que no deslumbró a los especialistas.

Este álbum, con el que El Norte inicia una serie de reportajes sobre discos célebres que cumplen 50 años durante este 2022, sí que llamó la atención de sectores más perspicaces, como la revista ‘Rolling Stone’, entonces biblia quincenal de la contracultura rockera, que gastó una considerable munición de adjetivos en su recensión del vinilo: «Una voz suave y conmovedora… fascinante e irresistible (despliegue) de inocencia y total profesionalismo». El rey del pop asomaba la cabeza en solitario. Tenía 13 años

Tres singles del disco se comportaron razonablemente bien en las listas, la versión del clásico del ‘pop chicle’ o adolescente ‘Rockin’ Robin’, ‘I wanna be where you are’ y la que dio título al disco, creada por Gordy. En Reino Unido, la reinterpretación del ‘Ain’t no sunshine’ de Bill Withers llegó al número ocho de las listas. Y la forma de cantar el ‘You’ve got a friend’ de Carole King, así como la acentuación de la base rítmica de la canción, supone una curiosidad digna de oírse.

El cantante seguía siendo un chico tímido, sensible y traumatizado. Había crecido viendo cómo su hermano Jermaine mantenía relaciones sexuales con sus fans en la suite en la que dormían todos, y aquello le afectaba mucho. Pero su potencial era incontestable y, aunque los Jackson 5 seguían actuando, estaba claro que su camino discurría por otro lado, el que le llevó a ‘Thriller’ (1982), ‘Bad’ (1987) y ‘Dangerous’ (1991), cuando la música se casó con la imagen en la MTV.

La Motown decidió exprimirlo y el 4 de agosto de ese año publicó su segundo disco, ‘Ben’, que habían grabado en febrero, justo antes de que su voz empezara a cambiar con la adolescencia. La canción que da título al álbum es una balada sobre la amistad y tema principal de la película de terror ‘Ben, la rata asesina’. Parecía que una cosa no iba con la otra, pero sí. Fue el primer número uno del cantante, ganó un Globo de Oro y estuvo nominada a los Oscar.

El álbum continuó con las versiones, cosa habitual entonces. En este caso tomó de The Tempations ‘My Girl’, con una entrada de bongos y sintetizador muy funky. También le dio otro aire a ‘Shoo-Be-Doo-Be-Doo-Da-Day’ de Stevie Wonder, donde se empieza a reconocer el artista que sería luego.

Lo de aquel chaval era ‘show business’, aunque en un momento crítico. Un gigante del soul como Marvin Gaye había sacado un año antes ‘What’s going on’, un sopapo con la mano abierta a Estados Unidos, herido por las consecuencias de la guerra de Vietnam, el abuso de las drogas y el racismo. Fue un éxito y uno de los mejores álbumes de todos los tiempos. Jackson no jugaba en esa liga, sino en la de coger carrerilla para llegar a ser el rey una década más tarde.