Ir a los videojuegos, escuchar Nirvana, llamar por teléfono a las casas de nuestros amigos, grabar casettes, infinidad de recuerdos que generan una especial nostalgia.
Escribir cartas. Una de las experiencias más grandiosas que vivimos los adolescentes de los noventa fueron las cartas. Si necesitábamos declararle nuestro amor a otra persona, el papel escrito a mano era la opción más original y efectiva. Aquellas obras albergaban toda nuestra poesía e ingenio narrativo. Era la mejor táctica para no quedar tan expuestos y evitar el ridículo en público. Los más valientes entregaban el sobre en mano, otros por medio de un amigo y los vergonzosos lo escondían en alguna prenda del destinatario. Muchísimas parejitas establecían la mayor parte de su comunicación a través de las cartas. Las más grandes confesiones eran volcadas en las hojas que decidimos regalar a las personas especiales de nuestra vida. Algunos debíamos recibir la triste noticia de que el noviazgo no continuaría porque la otra persona ya no sentía lo mismo.
Primeros usos de las computadoras e internet. Las computadoras comenzaron a ganar protagonismo en la segunda mitad de los noventa. Todos nos sentíamos como NEO al conectarnos a través de la línea telefónica con internet. El Netscape era uno de los primeros navegadores en introducirnos a la web y la mayoría de los sitios eran actualizados o editados manualmente por sus dueños. Cada vez que necesitábamos conseguir una información para la escuela recurríamos a la ya olvidada Encarta. Antes del Messenger, el chat de Facebook y Whatsapp existió un programa que acaparó la atención de la mayoría de los adolescentes
Hablar por teléfono fijo. ¿Has llamado a tu amigo, pareja o familiar a su casa? ¿Todavía tiene teléfono de línea? Por más que las preguntas parezcan ridículas y anticuadas, hace menos de 20 años los adolescentes pasaban varias horas al teléfono. Apenas existían algunos celulares, internet recién daba sus primeros pasos y los chats todavía no lograban reemplazar esa tecnología. Casi todos los adolescentes sufrieron los retos de sus padres por las abultadas cuentas de teléfono que llegaban a fin de mes. Uno de los pasatiempos favoritos de los jóvenes era ese. Hablar por horas con la pareja o amigo por el tubo del teléfono. Sin importar que hubieran estado juntos durante todo el día
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