Entre el peso de la monarquía y el legado de su madre, Harry consideró cambiar su apellido como acto de identidad.
En una revelación que ha dado mucho de qué hablar en la prensa internacional, el príncipe Harry confesó que durante su proceso de desvinculación de la familia real británica consideró seriamente cambiar su apellido a “Spencer”, en honor a su madre, la recordada princesa Diana.

Según reportes, esta decisión fue motivada por el deseo de dejar atrás el peso del apellido Windsor, así como por su necesidad de identificarse más con los valores y la figura maternal que Diana representó en su vida. El cambio, sin embargo, no se concretó debido a una conversación crucial con su tío Charles Spencer, quien le recomendó no hacerlo por las implicaciones legales y mediáticas que podría acarrear.
Actualmente, Harry mantiene el apellido Mountbatten-Windsor, pero la sola intención de cambiarlo revela una fuerte carga emocional y simbólica. En medio de su vida en Estados Unidos, lejos de los protocolos reales y más centrado en su familia y proyectos personales, Harry continúa buscando su lugar en el mundo, libre de títulos y expectativas.
Este episodio refuerza su narrativa de independencia, marcada por su autobiografía Spare, su documental en Netflix y su constante esfuerzo por redefinir su identidad más allá de la realeza.
Harry no cambió su apellido, pero sí cambió su historia.
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