Algo está ocurriendo en internet. El pasado 31 de agosto, un juez del Supremo de Brasil emitió una orden para bloquear la plataforma X (anteriormente conocida como Twitter) en todo el país.

Algo está cambiando en internet. El 31 de agosto, un juez del Supremo de Brasil ordenó el bloqueo de la plataforma X (antes Twitter) en todo el país. Una semana antes, el fundador de Telegram, Pável Dúrov, fue arrestado en el aeropuerto Le Bourget, cerca de París, en el marco de una investigación por la falta de moderadores en la plataforma. Más recientemente, Instagram decidió ajustar su política de privacidad para proteger a los usuarios menores de edad, obligando a que estas cuentas sean privadas. Según expertos, esto no es una coincidencia; la presión gubernamental está comenzando a desmantelar el sistema que ha mantenido a las grandes plataformas prácticamente intocables desde su creación.

“Estamos observando una tendencia global hacia la regulación de las redes sociales”, afirma Andrew Puddephatt, director ejecutivo de Global Partners, una agencia británica que defiende los derechos digitales. Se refiere a la Ley de Servicios Digitales (DSA) de la Unión Europea, la Online Safety Act en Reino Unido y la legislación similar en Australia, todas enfocadas en garantizar la seguridad de los usuarios en internet y presionar a las grandes corporaciones a modificar sus políticas de moderación de contenido.

La normativa europea fue clave en el arresto de Dúrov en Francia. Telegram, conocida por su alto nivel de seguridad en los chats, ha sido criticada por permitir la circulación de contenido ilegal. A principios de 2024, la plataforma contaba con 800 millones de usuarios activos mensuales, casi un tercio de los de WhatsApp. La detención de Dúrov, ahora en libertad, podría marcar un punto de inflexión en Europa en la lucha contra las actividades criminales en la aplicación. Telegram se ha comprometido a proporcionar datos de usuarios a las autoridades que realicen solicitudes legales.

La Unión Europea ha avanzado significativamente en el ámbito regulatorio desde el escándalo de Cambridge Analytica en 2015, que fue un llamado de atención. Desde entonces, ha implementado el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y la DSA, que entró en vigor en febrero de este año. La UE ha impulsado investigaciones contra X por la difusión de desinformación y contra Meta por sus efectos nocivos en los jóvenes, e incluso obligó a TikTok a retirar una aplicación que pagaba por ver videos.

La lucha por la moderación del contenido también ha sido central en la disputa entre el Tribunal Supremo de Brasil y X, especialmente tras la invasión del Congreso Nacional por partidarios del expresidente Jair Bolsonaro. La justicia brasileña intensificó las investigaciones sobre la difusión de información falsa y ordenó la eliminación de cuentas que “atentaban contra la democracia”. Musk inicialmente se opuso, pero la presión, dado que Brasil es un mercado clave, llevó a la plataforma a ceder.

Según Puddephatt, estos cambios abren brechas en un sistema que parecía impenetrable. Sin embargo, el profesor Ethan Zuckerman, del MIT, advierte que la regulación gubernamental podría tener efectos negativos, como silenciar a poblaciones vulnerables. Aun así, Zuckerman considera que las acciones iniciales de los gobiernos son un buen comienzo: “Si se dejan a su suerte, las plataformas asumen muy poca responsabilidad por sus impactos sociales”.

Tres cifras responsables: la Sección 230
Las grandes corporaciones como Meta y Google han evadido su responsabilidad gracias a la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones en EE. UU. Promulgada en 1996, esta ley protege a las plataformas de ser responsables por el contenido publicado por terceros. Daron Acemoglu, académico destacado en tecnología, señala que esto ha impulsado el crecimiento de internet. Pero advierte que esta norma solo tiene sentido en su contexto original, y que al promover contenido mediante algoritmos, las plataformas deben asumir responsabilidad similar a la de los periódicos.

Las tornas están cambiando: las plataformas comienzan a reconocer el peligro del contenido y prometen cambios. Instagram, por ejemplo, limitará las consecuencias negativas del uso de redes en menores de 18 años a través de “cuentas de adolescente”, que serán privadas por defecto.

La Dra. Megan Moreno, experta en pediatría, ve la nueva configuración de Instagram como “significativa”, pero asegura que se necesita un trabajo más profundo. Por otro lado, el Gobierno australiano planea bloquear completamente el acceso a menores de edad y ha tomado medidas para que las plataformas compensen a los medios de comunicación.

Puddephatt considera que imponer multas es un buen comienzo. “Solo así los gobiernos pueden igualar su poder de negociación con plataformas gigantes como TikTok o Meta”. En la UE, Meta enfrenta multas acumuladas de 3.000 millones de euros. Acemoglu advierte que aún es temprano para celebrar. Aunque el público es más consciente del poder de estas empresas, EE. UU. sigue siendo un país tecno-optimista, donde la mayoría de los medios respaldan a la industria tecnológica.

Puddephatt concluye que para desmantelar un gigante como Google, es necesario socavar los fundamentos constitutivos de EE. UU.