Fallece el maestro que transformó la música clásica en México, dejando un legado eterno.

El mundo de la música clásica se ha visto marcado por una gran pérdida. Enrique Bátiz Campbell, uno de los directores de orquesta más influyentes y célebres de México, falleció el 30 de marzo de 2025 a los 82 años, dejando un legado que perdurará en la historia de la música internacional.

Nacido en la Ciudad de México el 4 de mayo de 1942, Enrique Bátiz comenzó su carrera musical a una edad temprana. Con solo 5 años, ofreció su primer recital de piano, y a los 8 comenzó su formación formal con Francisco Agea. Más tarde, perfeccionó sus estudios en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York, donde se destacó como pianista y director de orquesta. Su trayectoria profesional lo llevó a dirigir más de 400 orquestas a lo largo de su vida, con una notable influencia en el panorama musical mundial.

Bátiz es particularmente reconocido por haber fundado la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM) en 1971, un proyecto que transformó en una de las agrupaciones más importantes del país. Durante más de cuatro décadas, lideró la OSEM, consolidándola como un referente cultural. Su relación con la música también abarcó otras instituciones, como la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y la Royal Philharmonic Orchestra de Londres.

Entre sus mayores logros discográficos, destacan sus grabaciones de las sinfonías de Beethoven y Chaikovski, así como su exploración de la obra completa del compositor español Joaquín Rodrigo. Su discografía abarca más de 100 grabaciones, muchas de las cuales son consideradas esenciales en el repertorio clásico.

Aunque su carrera se vio interrumpida en 2018 por problemas de salud relacionados con la enfermedad de Parkinson, Bátiz siguió contribuyendo a la música desde su puesto como director artístico de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (OSUAEH).

Enrique Bátiz no solo será recordado como un extraordinario director y pianista, sino como un verdadero embajador de la música clásica en México. Su pasión, dedicación y amor por el arte marcaron a generaciones de músicos y amantes de la música, consolidando su lugar como una figura clave de la cultura mexicana. Su legado musical seguirá vivo en cada nota, en cada concierto, y en el corazón de quienes lo admiraron.

La comunidad cultural mexicana y mundial lamenta su partida, pero su influencia perdurará como un faro para futuros talentos musicales.