Aquel show del español quedó en la memoria colectiva del Festival de Viña. El artista era la sensación de la fanaticada juvenil de los 2000 y llegó a causar desmayos y, sobre todo, un par de lesiones tras una eufórica muestra de afecto: “Sabemos que quieres devolverle el cariño a tu público, pero queremos que te la lleves”, le dijo la animadora Cecilia Bolocco luego que él lanzó el premio a la galería.
Enrique Iglesias sentía (siente) un cariño especial: “El primer país que visité en mi carrera fue Chile. Me acuerdo perfectamente de ese vuelo de Miami a Chile”, donde tuvo que hacer entrevistas para los diarios y la tele. “Amo a mis fans de Chile”, expresó hace un par de años entrevistado por Meganoticias.
Era el plato fuerte de la penúltima jornada. Por aquel entonces, aquel domingo 20 de febrero del 2000, el hijo de Julio Iglesias vivía su exposición como cantante juvenil, con hits como “Enamorado por primera vez”, “Por amarte” y “No llores por mí”. O también, aquella veraniega noche en Viña del Mar, le lanzó a los espectadores: “¡Quién quiere una experiencia religiosa!”. Además, venía con sus primeros temitas en inglés, que inicialmente causaron cierta extrañeza en sus fans.
Durante los días previos a su presentación, desde su hogar en Miami, el intérprete conversó con El Mercurio, sobre una de las innovaciones que tendría el festival: “Esa pasarela hacia la gente lo hace un escenario más interactivo, te acerca mucho más. Yo creo que eso va a ayudar a mi espectáculo”. No sabía que esa pasarela sería su trampolín hacia un incómodo momento que sería recordado por décadas.
En el concierto, algunas fanáticas incluso se desmayaron y terminaron en la enfermería, según constató La Tercera.
Los gritos eran ensordecedores en medio de un show de confeti y fuegos de artificio.
“¡PERO QUÉ ACABAS DE HACER!”
—Mira, comienza a escuchar esto —le dijo Antonio Vodanovic a Enrique, que por aquel entonces tenía tan solo 24 años.
De pie frente al público en la Quinta Vergara, el animador tenía su brazo apoyado en los hombres del cantante español, mientras contemplaban al público en la galería que coreaba: “¡Gaviota, gaviota, gaviota…!”. “¿Qué dicen, Enrique?”, le preguntó Cecilia Bolocco”, que también estaba sobre el escenario.
Él asintió con la cabeza, y sonrió, emocionado.
La ex-Miss Universo procedió a anunciar que sería premiado con el “signo de los triunfadores”, que era una “gaviota de plata”. En ese entonces, conseguir uno de estos galardones de plumífero marino no era nada fácil. Debían ganarse al “Monstruo”. Él, que tenía puesta una polera de La Roja con la “11″ de Marcelo “Matador” Salas tras recibirle de algún fanático, corrió por la pasarela del escenario hacia el público, eufórico, y la lanzó a la tribuna a modo de tributo, así sin más.
—¡No!… ¡No! —exclamó la animadora—… ¡Pero qué acabas de hacer!… ¡Tiraste la gaviota!
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