En 1998, lejos de los escenarios y los sets de cine, Robin Williams decidió ponerse unos shorts —y no para un sketch, sino para un partido de tenis muy especial. En un evento benéfico realizado en la Universidad de California (UCLA), el comediante se unió al extenista campeón Andre Agassi y al también actor Billy Crystal, entre otras personalidades, para jugar un partido amistoso destinado a recaudar fondos.

Humor sobre la cancha

Lejos de moverse con la rigidez de un atleta profesional, Williams demostró que su talento también podía trasladarse a la pista: durante el encuentro imitó al famoso tenista rebelde John McEnroe —subiendo los shorts, exagerando gestos, haciendo bromas — y su compañero Billy Crystal hasta sacó un guante de béisbol para “devolver” unos saques, en un guiño cómico absoluto.

Pero más allá de las risas y la espontaneidad, lo importante fue la causa: ese partido no era una exhibición cualquiera, sino una convocatoria solidaria, con fines benéficos, que mezclaba deporte, humor y altruismo.