La identidad corporativa de una empresa va más allá de la apariencia del negocio y está relacionada con asuntos culturales y organizacionales importantes de la compañía.
Es el conjunto de valores que conforman la visión de mundo de una empresa. Sus principios, sus acciones de endomarketing, la postura que adopta en diferentes situaciones y la imagen que la empresa quiere cultivar de sí misma.
Es importante que la identidad tenga en cuenta las prácticas diarias existentes en la empresa, para que evite otros problemas, como la falta de sincronización entre propuesta y ejecución.
Entre los factores subjetivos que deben estar presentes en la identidad de la empresa, se destacan:
- Diferenciación: una propuesta eficiente debe distinguirse de las de la competencia y atraer la atención del público por la exclusividad de la actuación;
- Coherencia: las contradicciones entre discurso y práctica son un riesgo que ya citamos, siendo así, la identidad debe preservar las características de la empresa y la forma como actúa;
- Relevancia: la relevancia de la empresa para su público objetivo incluye, no solo crear un concepto de marca, sino también ser acorde con lo que el público busca con la compañía;
- Reputación: a partir de una elaboración sólida de los tres elementos anteriores, la compañía tendrá más oportunidades de solidificar una imagen positiva entre su público objetivo. La reputación no surge instantáneamente y debe ser construida a lo largo del tiempo.